Aunque cada vez es más común leer las siglas HVAC, no muchas personas están enteradas de su significado. Éste, engloba la calefacción, ventilación y aire acondicionado, todo en idioma inglés. Pero, ¿de dónde surgen estos sistemas?

Se puede situar su principio en el siglo XIX, cuando Willis Haviland Carrier inventó el primer aire acondicionado. Sus ideas surgieron en 1902, con una máquina que enfriaba y controlaba la humedad del aire, en aquel entonces para facilitar las condiciones de impresión y fijación de tinta en distintos tipos de papel. Después, en 1914, instaló el primer aparato con funciones domésticas en Mineápolis. Por ello, actualmente Carrier lidera a nivel mundial estos sistemas.

Al hablar de forma general, podemos decir que HVAC es la renovación del aire y su tratamiento, buscando generar condiciones de salubridad favorables. Para ello, trabaja con la temperatura y humedad para las personas, creando condiciones de pureza, acondicionando el aire para conseguir una efecto positivo en la respiración.

Sin embargo, podemos ver que los sistemas HVAC también influyen en los siguientes casos:

  • Calentamiento: con este proceso, añade el calor al aire que se necesita para aumentar la temperatura. En la actualidad, vemos que de ser necesario se opta por sistemas que ahorran energía, donde el consumo de energía es de dos motores de ventiladores, de extracción y de impulsión. Por otro lado, existen las bombas de calor que brindan tres o cuatro veces más de energía calórica a la que consumen. Como el menos eficiente, vemos el calentamiento por resistencia eléctrica, que tiene casi siempre un uso esporádico como los típicos calefactores de baño. Por último, también se suele utilizar el calentamiento por agua, con una eficiencia dependiente en la forma en que se brinda temperatura a dicha agua.

 

  • Enfriamiento: Aquí se busca lo contrario, con el fin de obtener mayor confort. Una de las formas más utilizadas es mediante un compresor de gas que lo lleva a un estado líquido, para luego evaporarse, robando el calor del aire. Un mejor sistema en cuanto a la utilización de energía es el evaporativo, que nebuliza gotas de agua en el flujo del aire, llevando a que ellas mismas enfríen sensiblemente el aire. Aunque es un método que ahorra energía, tiene restricciones de uso según la zona que se requiere enfriar.
  • Ventilación: Renueva el aire de un local, con aire del exterior, para así asegurar su calidad y mantener la concentración de gases contaminantes en niveles saludables o no nocivos. Aquí se buscan más los sistemas de doble flujo, donde después se pueda utilizar un recuperador de calor y así se vayan sustituyendo los aparatos tradicionales por otros más modernos.
  • Humidificación / deshumidificación: Incrementan o reducen la humedad del ambiente para mantener su confort. Esto, se lleva a cabo enfriando el aire, a partir de una condensación de su humedad, para luego calentarlo hasta que haya comodidad. Sin embargo, ambos procesos suelen consumir bastante energía.
  • Limpieza: Filtra el aire para eliminar polvo, humo, polen, o todo tipo de partículas sólidas en suspensión en el aire. Debido a la creciente necesidad de encontrar higiene en el aire que respiramos, encontramos mayor uso de filtros para retener partículas.
  • Movimiento del aire interior: Distribuye el aire procedente del exterior en un local, de manera que no se generen corrientes de aire molestas para sus ocupantes. La difusión de aire debe cuidarse mucho, debido a que en ciertas velocidades llevan a molestar, en lugar de solucionar un problema.

Una gestión eficiente del HVAC puede facilitar ambientes saludables y cómodos, evitando diferentes síndromes de nuestros espacios actualmente. ¡Llámanos y descubre cómo los especialistas de IFESA cuentan con la solución ideal para tu problema!